26 jun 2018

High


 La velocidad me generaba la suficiente adrenalina como para pausar un instante esa confusión en mi cabeza, estaba cometiendo más errores de los que debería, pero me gustaba portarme mal. No era consciente que rumbo me esperaba, quizá tomaría una cerveza junto a mis lágrimas esa noche, tal vez un whisky para escapar de lo normal, o algo más, quién sabe. Mi pelo revuelto en medio de ataques de risa, el viento impactaba en mi cara afuera de la ventana , las luces de las calles y los edificios de la ciudad se alteraban cada vez más. Era una noche de locura como tantas otras, parecía una de esas del olvido, donde galaxias y flores flotaban en nuestras cabezas, fluía junto al ambiente cubierto de humo aunque se respiraba libertad. Recuerdo haberme cruzado con una mirada prohibida en la terraza, cuando salí a tomar aire para calmar mis latidos, era de esas con el magnetismo suficiente para atrapar, tan intensa para decir mucho sin emitir una palabra y me generaba cierta tentación. Su cara de insinuación de algún modo me resultaba familiar, como si folláramos en el balcón en vidas pasadas. Recuerdo que expresando una media sonrisa, me agarró la mano quemada por el cigarro, susurrándome al oído que estaba loca, como todos solían hacer cuando destapaba una cerveza con mis dientes. Mis amigos me observaban desde lejos, había extraviado las llaves del departamento para no perder la costumbre y aun no entendía las consecuencias de las que me hablaba. Las luces formaban figuras extrañas en las paredes, la música que me vuela la cabeza se distorsionaba en mis frágiles oídos y nos invitaba a romper reglas que no existían. Regresé del baño por la escalera caracol después de remarcar mi labial rojo y no entendí como a los cinco segundos pasaba la lengua por su cuello para tomar el shot de tequila. Sus manos rodeaban mi cintura y sus labios me impulsaban a perder el control, las posibilidades de besarlo se me hacían infinitas. En un abrir y cerrar de ojos ya no me sorprendía nada, repasé unas diez veces todos los lunares de su cuello, me perdí en sus amplias pupilas, y me dejé llevar. De alguna forma mis preocupaciones se desvanecieron. Mi cuerpo fue suave como una pluma hasta el alba, la única forma de caer después de tanto volar, sabía que era en sus brazos, por eso ya todo me daba igual. Al primer rayo de sol estaba segura que ya no existía nada absoluto, mis noches se volvieron inesperadas, en instantes perfectos para olvidar que el tiempo existía, para sertirme enteramente eterna.

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